miércoles, marzo 08, 2006

Buscando a Hory

Cuando en ¿Somos reales? utilizo la expresión “deformación hacia lo falso” al referirme a la televisión estaba tan sólo señalando la deformación informativa, pero no me interesaba entrar en ese tema. Lo que sí me interesa de La seducción del caos es una parte de esta película que podríamos considerar casi un remake de Fraude. En ambas se abren grandes interrogantes sobre lo que hay de verdadero y de falso en el arte, en concreto en las falsificaciones de pinturas por Elmyr de Hory, principalmente, las literarias de Clifford Irving y el propio cine de Welles, la propia obra que se está haciendo. En el blog de Danae se dice que dice Picasso: 'todos sabemos que el Arte no es la verdad. El Arte es una mentira que nos descubre la verdad' , y aunque estoy de acuerdo con la afirmación (Welles también indaga en esa línea) a la vez creo que el arte es una cuestión de verdades. Por dos razones: 1. Por un lado por las pretensiones y los medios del artista (no nos gusta que intenten engañarnos). Muchas veces cuando nos enfrentamos a una obra de arte no sólo decimos si nos ha gustado o no, si nos ha parecido interesante o no, sino que decimos: “no me lo creo”, aunque no sepamos decir por qué. Estoy de acuerdo en que cuando los elementos a juzgar son sencillamente sublimes o sencillamente execrables, nadie muestra la menor duda. Pero si también aceptamos que a medida que nos alejamos de esos extremos, el bagaje que se nos exige para rozar esa verdad es cada vez más pesado, más caótico, parece que el arte, la vida, es ahí donde se mueve y que en ambos hay mucho de mentira y de verdad. En el caso del arte creo que esto es independiente a que se hayan intentado o no romper los cánones. Que ya es un canon. Estoy más en la línea de intentar al menos vislumbrar qué es lo que hay de mentira en la verdad que vivimos, qué es lo que hay de verdad y de mentira en el arte. 2. Y creo por otro lado que el arte tiene mucho que ver con las verdades, porque puede ser que estemos ante lo que comúnmente llamamos una falsificación. Pero si la profesionalidad y la sensibilidad del pintor así como la falsificación son sencillamente sublimes, ¿por qué son desestimadas las obras de arte que durante mucho tiempo han colgado de las galerías como auténticas y han participado del goce estético de tantas personas (además del económico)? ¿Dónde empieza el juicio ético y dónde el estético? Todo esto creo que también nos lleva a interesantes interrogantes sobre el acto creativo. Por ejemplo, ¿no es Elmyr de Hory un creador de la talla de Modigliani? Yo cada vez estoy más convencido de que sí; ¿habría sido capaz de hacer Modiglianis sin Modigliani? Aunque la respuesta sea no ¿por qué se les persigue si sus obras ya han vivido como auténticas, ya han sido autentificadas por galeristas, público y tiempo? ¿hay algo de falsedad en el Falso Cupido de Miguel Ángel? Cuando la revista Time trata el caso Elmyr, lo hace con un retrato de éste a Clifford Irving en portada. En el monográfico que Nikel Odeon dedica a Orson Welles, Eduardo Úrculo afirma: La portada publica un retrato de Clifford pintado por Elmyr, donde se constata cómo este cuadro auténtico de Elmyr es mucho menos bello y fascinante que los falsos Matisse. Observen,piensen y juzguen ustedes mismos. En el caso Van Meegeren ya verán hasta dónde llega el absurdo. Espero que la lectura de Las potencias de lo falso de Gilles Deleuze y El descrédito de las vanguardias artísticas de Victoria Cambalía Dexeus me permitan ir contestando y ampliando tantas interrogantes todavía. En este último comienza diciendo la autora: Existe una especie de enfermedad crónica entre ciertos historiadores del siglo XX que se agrava hasta un punto feroz en el caso de los críticos: la convicción (casi diríamos la fe) de que nuestro siglo es una sucesión de gloriosos movimientos de vanguardia, en la que todos ellos proponen una ruptura formal "superior" al movimiento precedente, y en la que todos ellos son etiquetados gracias a los documentos de identidad que acaban siendo los manifiestos, las exposiciones de grupo y el eco en la prensa del momento. Esta concepción hipostasía el rechazo como categoría definitiva y diferencial: rechazo que parece general, para todo el siglo, de la pintura académica del siglo XIX; rechazos particulares que suelen serlo de los movimientos anteriores hasta llegar a explorar una parcela más del hecho artístico. (...). Los vanguardistas se convierten, así, en una suerte de extraños personajes de laboratorio, obsesionados por romper el último trozo aún intacto del último jarrón resquebrajado ya por otros. ¿No es posible que estas opiniones tan erróneas a mi manera de ver por absolutas, puedan ser sustentadas por afirmaciones como la que hace Danae en su artículo? Sólo hay dos soluciones: aceptarlo todo o rechazarlo todo, aunque esta última, hoy día, no se estila mucho. Por último, aunque como Picasso , Welles da un paso más, ¿son falsificaciones los auténticos Modiglianis? ¿es Fraude una falsificación? ¿es falso el arte?...., yo sin embargo me voy a detener aquí. Ya continuaré. Saludos y muchas gracias a Danae. Tu blog está siendo una gran motivación y acicate para nosotros. ¡Enhorabuena! En tu enlace hay razón. Mucha razón. José Luis Bueno.

17 Comments:

At 3/08/2006 08:51:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Creo que, como dice José Luis, el arte es un universo en el que las categorías de verdad/mentira y autenticidad/falsedad son cuestionadas; quizá porque el arte es una realidad que refleja otra realidad. Este juego de espejos (tan borgiano y tan wellesiano) hace que el uso de tan rotundos conceptos como los de "verdad" o "autenticidad" quede, en cierta medida, fuera de lugar.
Esto no puede confundirse con un "todo vale", pero sí con una permanente exploración a la búsqueda de, por decirlo de algún modo, nuevos criterios de juicio.

No sólo ocurre en el arte; en el mundo del turismo, por ejemplo, la palabra "auténtico" es el reclamo por excelencia. Gustos aparte, ¿recordáis "Inglaterra, Inglaterra" de Julian Barnes?

 
At 3/08/2006 09:36:00 p. m., Blogger Portnoy said...

La película de Welles se inicia con éste diciendo que todo lo que se va acontar en ella es completamente cierto. Luego vuelve a aparcer recordadndo que hasta ese momento todo lo que se ha contado es completamente cierto. F de Fraude tiene una doble vertiente de documental (pretendidamente cierto) y ficción (rigurosamente falso) Pero Welles es un prestidigitador: Sabe y lo ha estado demostrando toda la película, que toda representación de la realidad es necesariamente falsa. Todo el arte es falso, toda película es falsa. En definitiva, todo es un fraude.
(a lo cual hay que añadir que el documental, la entrevista con De Hory, NO está filmada por Welles)
¿Hay que negarlo todo?
No, simplemente darle la característica que la define: Representación (y como tal, adulteración de la realidad)
De todas formas, ¿a quién le interesa la realidad teniendo un mundo artístico falso, sí, pero tan intenso?
Un saludo

 
At 3/08/2006 11:03:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Y puesto que el arte es un reflejo adulterado de la realidad y las falsificaciones de otra realidad que es el arte "original", podríamos decir que éstas tienen tanto de fraude como sus originales (desde el punto de vista artístico).

Saludos, Portnoy.

 
At 3/09/2006 12:04:00 a. m., Blogger Portnoy said...

Algo así, José Luis.
Mañana en El lamento de Portnoy volveremos sobre el tema a propósito de Faulkner... ya ves, soy monotemático...
Un saludo y excelente trabajo.

 
At 3/09/2006 05:14:00 p. m., Blogger Portarosa said...

Me permito discrepar de lo dicho en el penúltimo comentario por J. L.
Es lógico, pero no es cierto, creo yo.

Saludos.

 
At 3/09/2006 05:29:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola Portorosa ¿podrías argumentar tu discrepancia?

 
At 3/09/2006 05:31:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Tampoco yo estoy de acuerdo con algunos de los comentarios. No creo que se dé una separación tan definida entre la representación y la realidad. La relación "arte" y, por así llamarla, "realidad" es la de dos realidades que se mezclan hasta confundirse. Las dos son realidades y las dos son representaciones. Las dos son, en cierto sentido, falsas (y también, en cierto sentido, auténticas). De ahí el interés por dilucidar el carácter (perdonadme la pedantería) ontológico de una falsificación.
El arte tiene la virtud de generar realidad. Cuando en una entrada de hace unos días ("¿Es real?") anoté que la realidad (la realidad cotidiana) se muda en ficción apuntaba a una idea similar.

Saludos a todos

 
At 3/09/2006 07:57:00 p. m., Blogger Portnoy said...

Estoy de acuerdo en lo que dice Mario sobre que "el arte tiene la virtud de generar realidad"... en la misma medida la falsificación, el fraude, tambien "generan realidad"... ahora bien, si nos empeñamos en graduar esa "realidad generada", en darle valores positivos y negativos por encima de su "esencia real" entonces es cuando no nos pondremos de acuerdo.
Porque por mucho que lo intentemos, la valoración de un objeto artístico, creación o falsificación, no vendrá dada por una emanación ontológica de sus valores, sino por un juicio subjetivo y, por tanto, cuestionable

Lo que se podría considerar un motivo recurrente en lo que escribo en El lamento de Portnoy es en como la ficción, entendida como creación, es indistinguible de la realidad. Y ese mismo razonamiento quería aplicar en el comentario sobre Hory y la película de Welles...

Lo otro son cuestiones de muy alto nivel en las que apenas me atrevo a inmiscuirme.
Un saludo

 
At 3/09/2006 09:22:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

¿Adultera la Geometría la realidad? Y Platón la llamó "el saber del esclavo".
La verdad esclaviza cuando es fuerte. Y cualquier verdad que se quiebra es un fraude.

 
At 3/09/2006 10:46:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Comparto lo que dices, Portnoy. También comparto la necesidad de Faulkner.

 
At 3/10/2006 12:15:00 a. m., Blogger Magda Díaz Morales said...

En mi opinión, el arte (sea pintura, literatura, etc.), al decir de Klee: "Paul Klee: "no reproduce lo visible, hace visible", y considero que lo que hace visible es SU REALIDAD, esa realidad que está dentro de él y desvela. Asimismo, no puede revelar otra realidad que no esté dentro de la realidad (tomando realidad como el mundo en que vivimos, lo que tenemos alrededor), solo que lo hace segun los "fantasmas" (su creación personal) de su hacedor. La pintura, la literatura, la música, son realidad, esa realidad que es la literatura en-sí.

Dice García Ponce (con lo que voy totalmente de acuerdo):

"Todo intento de definir una obra de arte en términos directos nos enfrenta al problema de la diferencia de lenguajes. En sí, el arte es ya una respuesta, se contiene a sí mismo, nos está dando una imagen completa y acabada que en el más alto sentido no necesita mayor elucidación. Al tratar de separar, de desmenuzar esa unidad, buscando explicarla por la suma de sus partes, nos invade la sensación de que estamos destruyendo precisamente lo que la hace posible y en cambio no logramos proyectar la emoción que la obra como tal nos produce. La verdadera obra de arte no es una suma de elementos formales ordenados de la manera más adecuada para que alcancen la expresión o, por lo menos, no es solamente eso. Lo que la hace posible es algo que nace como resultado de esa paciente o instintiva labor de ordenación; es la presencia del espíritu, la capacidad de esas formas para llevarnos a un más allá contenido en ellas mismas y revelárnoslo".

Muchos saludos.

 
At 3/10/2006 11:41:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Antes que nada quiero decir que me pierdo un poco, no veo claro, entre tanta abstracción. Voy a intentar traer esto a lo concreto. Cuando decís que es el arte un hecho subjetivo ¿os estáis refiriendo tanto al acto creador como a la experiencia artística del receptor? En la creación, hasta en el arte más realista hay subjetividad en la simple selección de lo “retratado”. En cuanto a la recepción hay un primer momento, puede haberlo, en el que el arte llega, emociona conectando, o no, con nuestras sensibilidades más subjetivas. En este caso creo que la música cumple una función muy especial; nos llega de un modo muy directo. Pero hay un segundo momento en el que nuestros razonamientos participan de esta experiencia. Y digo yo ¿no hay en este momento en el que ponemos en juego nuestros juicios-valores una serie de elementos objetivables que colaboran en el carácter “entero” de la obra independientemente de gustos y sensibilidades?

Volviendo de nuevo al hecho creativo, decía un ateo confeso como Pasolini que creía en el milagro en cuanto a proceso de creación de algo que surge de la nada, del no ser, y su resultado es total, completo, entero. ¿No hay algo de ontológico en esto?

Por último quiero aclarar que en mi anterior comentario me refería a lo siguiente: ¿de cuántas obras de arte falsificadas hemos disfrutado en los museos? ¿Creéis realmente que nuestra experiencia habría sido diferente si lo que hubiésemos tenido ante nosotros hubieran sido los originales? Yo estoy seguro de que no.

Un abrazo a todos.

 
At 3/10/2006 12:09:00 p. m., Blogger Danae said...

De entre todos lo comentarios que dejaron en su día mis generosos visitantes, entre ellos Portnoy, hay uno, de
>Oscuro
que me parece contundente e incontestable: "La Verdad pertenece al Arte, no a la Realidad..

Ayer mismo, bajo el influjo de esa frase (que no estoy segura de haberle agradecido lo suficiente) tuve una breve discusión sobre el tema. Podría resumirse en lo siguiente.

La Realidad puede explicarse, de ahí todos los debates sobre ética y honestidad en el ámbito del periodismo. Ya que la Realidad existe de forma objetiva, puede tratar de aprehenderse y trasmitirse de algún modo, aunque en el proceso interfiera nuestra propia subjetividad.

Ahora bien, si hablamos de la Verdad, y considero absolutamente necesario evitar el uso ambiguo de ambos términos, no tiene sentido valorarla en función de su capacidad de representar la Realidad. El Arte no necesita ceñirse a ella, el Arte la utiliza, la deforma, para remitir a algo que está por encima de ella.

De esta forma, el discurso se divide en dos debates independientes. Y se me ocurre que bien podría decirse que el falsificador actúa en el terreno de la Realidad, y el farsante, en el de la Verdad.

Un saludo.

 
At 3/10/2006 01:36:00 p. m., Blogger Danae said...

Y por cierto, gracias por el enlace y vuestros comentarios.

 
At 3/10/2006 05:52:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Federico Campbell: ¿La realidad es desagradable?

Gabriel Ferrater: Hombre, sí. ¿Y la irrealidad qué?

 
At 3/13/2006 12:31:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

De arte y verdad

1.- La verdad es dicha.
"En Abril, aguas mil". Antes del refrán llovía pero no era una verdad.

2.- La verdad tiene que ser aceptada.
Queman las banderas de los americanos pero no sus dólares.

3.- La forma de la verdad.
En el refrán del punto 1 es la rima la que lo hace circular

 
At 3/13/2006 09:08:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Estoy de acuerdo con lo que dicen Jairo y Danae. Sobre el lugar que ocupan realidad, representación, verdad y falsedad en el arte quizá podamos seguir hablando en breve a partir de un texto que quiero subir. Quizá pueda aportarnos parte de esos nuevos criterios de juicio a los que se refería Mario al principio.

Sobre las palabra que cita Magda de García Ponce (En sí, el arte es ya una respuesta, se contiene a sí mismo, nos está dando una imagen completa y acabada que en el más alto sentido no necesita mayor elucidación) creo que parte del problema está en esa calidad de "imagen completa y acabada".

Y, por si queda aquí cerrado este hilo, muchísimas gracias a todos.

 

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