miércoles, mayo 03, 2006

Sputnik, mi amor, de Murakami (contrarreseña)

El tono anodino, los personajes previsibles incluso para ellos mismos (el mismo tono y personajes parecidos, a veces casi idénticos, a los del desconozco por qué tan exitoso Norwegian wood) van transformándose y la historia se hace más compleja. Pasa de ser la de unos jóvenes solitarios a la de un amor, unos amores, tan intensos que descubren la otra parte de la realidad. Hay una frontera, una puerta al más allá (como la china hecha de huesos de muertos y sangre de perro; como la puerta de Rashomon, de la que huyeron los dioses por miedo al hombre) que el amor permite traspasar. Es un relato de vidas solitarias y uno de los efectos que en ellas puede producir el amor: el acceso al más allá. Hay una serie de símbolos muy japoneses (he estado a punto de escribir demasiado japoneses); quizá en el que más se insiste es en el de la luna pálida. Habría que volver a ver la película de Mizoguchi desde esta novela. La luna pálida, y la música, contagia, rapta y te lleva a otra parte, a otro mundo, del que es muy difícil salir. Se accede a un ámbito mágico en donde el tiempo corre de otra manera (Miu en la cabina del tiovivo, la noche de Sonime y la del protagonista). Me he dado cuenta de que lo que he hecho es leer Sputnik, mi amor desde esos dos maravillosos accesos a la verdad que son Rashomon, de Kurosawa, y Cuentos de la luna pálida, de Mizoguchi. Una excusa como otra cualquiera para volver a ellos. Mario Gómez

14 Comments:

At 5/04/2006 09:56:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Me uno al desconocimiento del por qué "Tokyo Blues" es tan exitoso, un desconocimiento que se hace extensivo a toda la obra de su autor que se ha publicado en castellano. Aunque si uno lo piensa detenidamente y no cae en una primera impresión, quizá, causada por cierta ingenua perplejidad, llega a unas previsibles conclusiones sobre el así llamémosle desde ahora "Efecto Murakami", que por no herir la "sensibilidad literaria dominante" (o puede que no tanto) y meterse en un "berenjenal" donde puede llover todo lo imaginable y más, prefiere no caer en la tentación de mencionar y quedarse en el precavido desconocimiento inicial.

No sé, amigo Mario, si es buena idea la de volver a ver la película de Mizoguchi desde la novela que "contrarreseñas" ya que sus consecuencias son imprevisibles. Tú sabrás.

Desde luego me apunto al retorno a "Rashomon" y "Cuentos de la luna pálida". Sin excusas.

Un saludo.

P.D. Me gusta "Contrarreseñas". Bien podría ser el título de una sección o apartado de algo más.

 
At 5/06/2006 04:27:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ay, ¿qué será lo que tiene Murakami que a todos pone en danza? Al que no le guste, que no lo lea. Y al que quiera buscar un complot internacional, que se vaya a la CIA. De todos modos, si uno está acostumbrado a una dieta de Coelhos y Bucays, Murakami le tiene que sentar mal. Pero para eso está la sal de frutas, señores.

 
At 5/07/2006 08:30:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Si el malestar persiste y el "Efecto Murakami", en sus distintas variantes sigue haciendo de las suyas y siente una acidez cada vez más molesta, recomiendo el bicarbonato sódico. No falla. Después... ¡Que siga la danza!

 
At 5/08/2006 02:29:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Está bien esto de que la literatura caldee ánimos, pero de ahí a que dé úlceras, no sé, no sé.Que cada cual lea lo que quiera pero que todos vean Rashomon y Cuentos...

Saludos

 
At 5/08/2006 05:11:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

No te preoucupes, prudente Mario, que los floretes tienen botón y la sangre es de mentirijillas. Como diría el filósofo de mi pueblo, "to fuera esto". No seré yo el que manche mi honor por Murakami (si acaso lo haría por Hrabal).

 
At 5/15/2006 10:09:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

No se puede negar que cierto tsunami informativo sí que puede achacársele a Murakami...
También creo que Tokyo Blues ha sido sobrevalorada por público y crítica, pero de ahí a crucificar toda la obra de Murakami hay un paso gigantesco... Puede que Sputnik, mi amor sea una novela ligera como un pajarillo, y que flote indecisa sobre lo que quiere decir y cómo lo quiere decir, pero es indudable su capacidad de emoción (la perrita Laika girando alrededor de la tierra en medio de una terrible oscuridad), sus piruetas narrativas (de la narración mainstream, pasando por los documentos en el pc, y ese inicio tan homérico como arrebatador), y su capacidad para la utilización de mitos de la cultura norteamericana con humor y algo de homenaje... Me parece muy acertado traer a primer plano Cuentos de la luna pálida de Mizoguchi y esta misma semana revisionaré la película... Lo de Rashomon se me escapa algo más... Me gustaría que pudieras argumentarlo algo más para precisar esa conexión

Saludos

 
At 5/16/2006 05:35:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Bienvenido Kimkiduc a 5guineas. Creo que tu comentario sobre Sputnik es muy acertado. Lo de relacionarlo con Rashomon fue sólo una sugerencia sin mucho fundamento. Las referencias que se hacen en la novela a puertas y umbrales hacia otra realidad me recordó por asociación de ideas la puerta de Rashomon y, en general, el valor simbólico que suelen tener las puertas en Japón (y creo que también en nuestra cultura: ahora recuerdo el pepel de la puerta de la muralla en King Kong).

Gracias por tu comentario

 
At 1/23/2007 01:10:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Bueno, a mí la novela me gustó. Veo aquí mucho resentimiento y apoyo las palabras de otros que firmaron por aquí diciendo que no está de más decir que Norwegian Woods ha estado sobrevalorada, pero que entre eso y desacreditar cualquier obra de su autor hay un abismo más bien grande.

 
At 5/30/2007 12:26:00 a. m., Blogger Lou said...

A mi me gustó mucho, hasta el punto de que me puse a escribir ese posible encuentro entre Myu y Sumire... Te lo dejo... Saludos


El segundo sueño de Sumire

Lloro. Duró poco. Lloro y no puedo hacer nada por evitarlo. Quizá hubiese querido que nunca ocurriese. Quizá ocurrió porque nunca ocurriría en este mundo. El mundo real, tangible. Quizá ocurrió porque algo provocó que el biombo se rompa. Eso, que el biombo se rompa. Se rompa.
De fondo reconocí la novena sinfonía de Dvorák en Mi menor, Op. 95. Myû adora esa sinfonía. Yo adoro a Myû. En el sueño, Myû me deseaba; y con locura, como yo. Lo recuerdo minuciosamente a partir de que nos encontrábamos las dos en su cama. Desnudas. Tan blancas.
Lloro.
Extrañamente, ella se acercó a mí primero. Comenzó a tocarme con lentitud, primero por mi vientre, sobre mi ombligo, para luego rodearme la cintura hasta palpar los pequeños relieves de mi columna. Yo respiraba con algo de dificultad. Myû me adosaba hacia su eje, su cuerpo. Después empezamos a besarnos. Su lengua parecía un músculo súper desarrollado que provocaba sublimes movimientos espontáneos. Yo le mordía los labios superiores e inferiores. La sinfonía comenzaba a sonar aún más alto.
Era mi hora, el tiempo existía en el sueño. Pero no de igual manera para nosotras; que habíamos empezado a palpar nuestras zonas púbicas. Nuestros senos se rozaban entre ellos. Tocándose sin manos. Coexistiendo. Nuestros pezones se parecían mucho, lo noté en ese momento y no anteriormente.

Desiderava guardarla tutto il tempo .

Su mano derecha me acariciaba mejor que su mano izquierda. El brazo que estaba más apartado de mi cuerpo me abrazaba, como pretendiendo contenerme. Sus suaves piernas me excitaban. Me miraba como nunca y como siempre –me miraba en un sueño–. Le introducía algunos dedos en su vagina y la miraba a los ojos; me respondía. Sonreía. Sonreía.
Su cola era preciosa, la besaba, la tocaba, la mordía y la volvía a besar.
Llevé mi cabeza hasta su pecho para auscultar sus latidos. Su adentro. Su adentro era bien húmedo y sabía de maravillas. Era un almíbar con gusto a melón y a jengibre. Le daba a probar de sí misma: de su propia esencia. Las mejillas de Myû tomaban un rosa intenso y yo era feliz.

Mi amor.

Myû trazó un camino, sin pausas, sobre mi cuerpo y con su lengua. Comenzando por la palma de uno de mis pies (no recuerdo cual de los dos), pasando por la rodilla, humedeciéndola y delineando con la punta de su lengua su volumen circular; llegando hasta mi cadera, mi ombligo, las prominencias de mis costillas, mi pecho, mi cuello, mi pera, mis dientes, mi habla, mi nariz, mi frente… un beso en mi frente. Probó de mi oreja. La segunda vez que nuestras bocas se unieron se entendieron de mejor manera, anticiparon movimientos y crearon.
Para ese entonces la sinfonía estaba ya por terminar; el finale sonaba rimbombante, para nosotras. En mi sueño.

Ho fatto l’amore a lei. Ha fatto l’amore a me*.

Desperté transpirando sangre incolora.
Lloro.

 
At 10/22/2009 04:38:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

como todo libro de murakami, mas bien...
toda historia de ese autor [que en lo personal realmente adoro]se basa en la soledad...
no le hisiste justicia al libro en tu entrada, pero , gracias por darle espacio a uno de los libros mas bellos que haya leido,

y tokyo blues es tan existoso , por ser uan novela muy humana
[a comparacion de sus desvarios mamones que hace en las demas]
quisa como toda historia de murakami sea muy snob y demas, pero [supongo que apoyando un poco el cometario anterior] es causa del efecto qeu causa despues de leerlo ,

 
At 1/01/2010 08:13:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

mhh, interesantes las criticas. A mi si me ha gustado Murakami, principalmente por la originalidad y sensacion de paz q transmite su lectura. Reconozco q tiene algunas fallas (los finales no estan al nivel de sus relatos-Excepto en "after dark"-, se repiten caract. psicologicas de sus personajes etc), pero pude por primera vez valorar los climas q crea un autor y pasar por encima algunos desaciertos.Pero coincido q "Tokyo.." no es tn buena. Me gusto mas "Kafka.." "el pajaro.." y, de lo mejor, "after dark"

 
At 11/19/2010 09:26:00 p. m., Blogger Unknown said...

Creo que lo que ocurre con Murakami (sin intentar sonar elitista, o al menos no podría considerar esto como una élite) es que sus novelas como Sputnik y Tokyo, están echas para ser la expresión de una soledad de categoría clínica (de esas que terminan en sanatorios y suicidios). De ahí que no muchos puedan encontrar facilmente su verdadero valor. No muchos han visto de frente una soledad que parece abrasarlo todo con una lentitud dolorosa.

 
At 11/19/2010 09:27:00 p. m., Blogger Unknown said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

 
At 3/31/2011 04:32:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

La verdad, es que la mayoría de obras literarias son ¨sobrevaloradas¨ y no me refiero solo a Murakami, si no en todo el ámbito literario. No es que sea una mala novela, pero tampoco es buena. ¿Según quién? En fin. Saludos cordiales

 

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