jueves, abril 20, 2006

Secretos y cuchillos

Leo un viejo artículo de Vila Matas sobre la soledad buscada por el artista. Esta liturgia del secreto que tanto se está extendiendo, y en la que solemos incurrir por aquí, debe ser síntoma de algo. Parte de la modernidad coincide con la Edad Media en que el nombre del artista no importa (en la otra parte no sólo importa su nombre sino también sus apellidos, su voz, su risa, su salón, su voto, su ropa interior, su cara y su cuerpo). Este nuevo artista secreto parece muy consciente de su propia disolución: él escribe para estar fuera de lo que escribe o pinta para dejar constancia de que es tan ciego como todos. Sólo se diferencia por su pericia y fluidez, por su don de decir y expresar; pero a eso parece no otorgarle demasiada importancia. Este tipo de artista es una especie de artesano de su disgregado yo. Si anhela una distinción es la de no distinguirse. ¿Se tratará de otra pose? La pregunta no es retórica, aunque sospecho que el mercado debe estar ya afilando los cuchillos. Mario Gómez

19 Comments:

At 4/21/2006 06:35:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

La pose es como el mercado, lo absorbe todo, y también puede haber una pose del ocultamiento. Va con los tiempos. En esta invasión iconográfica que sufrimos una contraportada sin la foto del autor puede llegar a ser más atractiva que una con la foto (¿hay algo más ridículo que una foto de contraportada acompañada en procesión por los mil méritos de rigor?). Parece que ante tanta exhibición el cuerpo nos pide un poco de secreto. Pero como exhibicionistas siempre ha habido, y suelen ser los que se llevan el gato al agua, ya se arreglarán ellos de que su ocultamiento sea, como la soledad de Hrabal, demasiado ruidoso. Un síntoma será cuando la procesión de méritos de la contraportada comience por un: "nadie sabe en realidad quién se oculta detrás del nombre...". Ya no será la cara sino el anonimato el que venda.

 
At 4/21/2006 10:43:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Sí, hay mucho de pose en el anonimato y el secreto creativo, aunque al final el mercado (siempre al acecho) y la actitud y las formas de convivencia con él, delata.

Creo o quiero creer que hay quien escribe, pinta o hace barquitos de papel, no para estar fuera de la escritura, la pintura o la papiroflexia, sino más bien lo contrario: estar dentro y construir ahí, paciente y artesanalmente, un espacio donde no hay lugar ni necesidad de dejar constancia y pose.

La lentitud... es así de ingenuo.

 
At 4/22/2006 03:13:00 a. m., Blogger Magda Díaz Morales said...

Me parece que debe de ser muy molesto cuando se escribe un libro y se es famoso, le estén preguntando sobre la obra. El escritor debe de cansarse de estar contestando las mismas preguntas siempre, muchas veces cosas que ni el mismo sabe. Cuando se escribe una obra se entrega a un público, ahi está, para que los lectores den sus lecturas, sus interpretaciones. Mientras esto sucede el escritor puede estar durmiendo, comiendo, o haciendo lo que le viene en gana.

La obra está ahi, y cuando está fuera, dada a los lectores, el escritor ya no está más que como nombre en una portada. Lo que pueda decir está en su obra.

A mi me parece que aislarse es descansar, cuando se es famoso.

Muchos saludos, Mario.

 
At 4/22/2006 11:13:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Yo también lo creo, Lentitud. Cuando en la nota dije que el artista escribe para estar fuera de lo que escribe quise decir (mal) que la escritura le sirve de hilo frente a su propia fragmentación. Hay artistas sinceros con su obra y otros que no lo son, y no siempre los primeros son buenos ni los otros malos, unos que necesitan del anonimato y otros que hacen uso de su glamour. Nada nuevo.
Por otro lado, y asumiendo la contradicción, creo que hay rostros de artistas de los que se aprende tanto como de su obra; pienso, cómo no, en el de Becket.

Contradicción por contradicción, me gustaría, Magda, que las portadas de los libros fueran como esas de Gallimard en las que sólo aparece el nombre del autor y el título de la obra. Lo único que importa es lo que hay entre la portada y la contraportada, lo demás es ruido.

Un saludo y gracias por vuestros comentarios.

 
At 4/22/2006 02:11:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Lo que importa es lo que queda al final: la literatura, y ésta, como bien dices Mario, es buena o no lo es, con pose o sin pose, con anonimato o sin él, con glamour o no.

Cierto, viendo el rostro de Beckett y los cambios en él a lo largo del tiempo y, sobre todo, alguna fotografía, se aprende mucho. Este tio con posar tenía bastante, no hacía falta ni que escribiera.

Un saludo.

 
At 4/22/2006 04:54:00 p. m., Blogger Magda Díaz Morales said...

Lei ayer en un blog sobre literatura que al autor del blog le preguntaban (refiriéndose al autor-obra precisamente y hablando sobre Bukowski): "¿Cómo desligamos al autor de su obra y analizamos ambas por separado sin que la opinión sobre una interfiera en la otra?" y contestó lo que me parece totalmente atinado: "Fácil. El autor es, por lo general, un señor o señora al que le son aplicables los juicios al uso: tontos, listos, estúpidos, brillantes, palurdos, insufribles, naricisistas, educados, egocéntricos, etc. En fin, todo lo que se te ocurra pues, en suma y aunque no lo parezca, los autores son seres humanos corrientes y molientes. Y la obra es lo que el autor pergeña por las noches. Para desgracia de la raza humana en la mayoría de los casos, pero así es. Como ves, tan peliagudo no era.
Moraleja: Bukowski quizás no fuera la persona más tratable del mundo. Pero a nosotros eso nos importa un carajo. Siento decirlo de sopetón, pero Bukowski está muerto y todo aquello de él que no sea su trabajo, no tiene la menor importancia".

 
At 4/23/2006 12:12:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

 
At 4/23/2006 12:52:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Interesante tema el que tratáis aquí. Hay que desliteraturizar y separar al individuo que crea de su creación. Esto nos cuesta porque a los que amamos los libros nos gusta convertirlos en algo eterno y a sus creadores también, tenemos tendencia a la idealización i para creernos así más cerca de ellos. Nos negamos a creer que son como las demás personas, incluso que cuando hablan no lo hacen tan bien como escriben.
De todas maneras, prefiero el escritor que guerda secretos y que hace de ellos la historia de su vida. Lo enigmático, lo que no acaba de ser.
Bien, una vez dicho todo esto, también reconozco que yo no cumplo en ningún caso estos ‘hay que’ tan racionales. Es más, tiendo a literaturizar todo lo que veo.
Tenéis razón, en cuanto al rostro de Beckett. Hay rostros que no se pueden expresar con palabras, para ello haría falta un alfabeto del gesto.
Un saludo a todos

 
At 4/23/2006 12:53:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Disculpen se me olvido firmar.
Snnick

 
At 4/23/2006 02:49:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Bienvenido, Snnick, esperamos verte más por aquí.
Lo del rostro de Beckett me tiene escamado. ¿Sería así por casualidad o consiguió como un alquimista el secreto de convertir su obra en rostro?

 
At 4/23/2006 03:33:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Interesante pregunta Mario..., voy a pensarlo.

 
At 4/23/2006 07:51:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Gracias Mario.
Tenía el rostro así porque dentro de él guardaba el germen de su obra y mientras su edad avanzaba, su obra lo hacía dentro de él. Llegó a formar la cartografía de la vida y las palabras en su rostro. Pura belleza.
Snnick

 
At 4/23/2006 10:35:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

¿Qué horizonte vital? ¿El que como lectores necesitamos creernos para así sentirnos más cercanos al autor y poder entender mejor su obra y elaborar, en algunos casos, cuidadosos y documentados estudios sobre la misma? ¿Y si el horizonte vital es una simple artimañana creada por el autor que con esmerada habilidad ha ido o fue tejiendo a lo largo del camino hasta convertirlo en materia y parte ficcional de su propia obra?

Lo he estado pensando Mario. No hay casualidad que valga. El rostro de Beckett es el reflejo de las consecuencias que acarrea la deliberada busqueda de un no lugar con la pretensión de poblar el mismo con la ausencia de la necesidad de decir y la derrota que genera tan contradictoria busqueda. Así su rostro: un pisito en la banlieu, lejos de la Rive Gauche, lugar donde borrar el espacio y sus vitales huellas.

(No sé si lo que dicho tiene mucho sentido, como diría mi buen amigo Max, pero hasta puede quedar bien).

 
At 4/23/2006 11:55:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hay que pensar en ciertas cosas, cosas que te habitan por dentro, o no, mejor sí, hay que pensar en ellas porque si no pensamos en ellas, corremos el riesgo de encontrarlas, una a una, en la memoria. Es decir, hay que pensar durante un momento, un buen rato, todos los días y varias veces al día, hasta que el fango las recubra, con una costra infranqueable.
¿Qué importa el a mis ojos atractivo rostro de Beckett?. Un Saludo a todos. H.B.

 
At 4/24/2006 12:21:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Disculpen, olvidé firmar y por supuesto comentar que es una cita de "El expulsado".Los sigo esde hace algún tiempo, pero citar a mi idolatrado Beckett logró sacarme de mi agazapamiento detrás del teclado, y ya que dí la cara,me permitirá un , espero no ofensivo comentario, señor Gómez,algunos de sus relatos no son sino sombras del Saboy de J.Albite.
Un saludo: Bogie.

 
At 4/24/2006 12:42:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Sí, ¿qué importa? Habrá que pensarlo para que la memoria no incordie demasiado, mejor sí. Un rato y otro no.

 
At 4/24/2006 09:46:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Este formato del blog no permite matizar mucho, José Antonio, pero bueno. La fascinación que Deleuze, entre otros, sintió por Hume se debe a esa perspicacia suya en captar nuestra falta de sustancia (¡y menos mal que somos así de desustanciados!, diría Deleuze). La sensación de fragmentación que existe en el presente se debe, quizá, a otras razones: la resistencia de la realidad a ser comprendida, la dificultad de encontrar un lugar desde donde mirar (de ahí ese anhelo de no-lugar de Beckett). El artista no hace sino plasmar esa confusión en su obra. Intentar otorgar desde fuera un orden a la obra es como restarle su poder de esclarecer el presente.

En lo que creo que tienes toda la razón es en lo de que el sujeto de ciertos escritores está muy bien sujeto (a su bolsillo). Mejor para ellos.

En fin, ya seguiremos conversando desde aquí.

Saludos

 
At 4/24/2006 09:52:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

La búsqueda de un no lugar, el anhelo de no decir y su inevitable rendición ante las palabras (que, como dice Snnick, se le llegaron a formar hasta en el rostro).

Creo que se entiende muy bien, Lentitud.

 
At 4/24/2006 10:20:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Una cita impresionante, señor Bogie.
Su comentario no es en absoluto ofensivo; mis relatos, efectivamente, son sombras de muchos otros. Nacen como sombras ya que su pretensión es la animar a quienes se pasan por aquí a participar con sus propios relatos en la revista 5 guineas cuyo primer número saldrá a principios de mayo. Pero no son sombras de los de J. Albite, de quien acabo de leer dos relatos encontrados en la red (a uno siempre le interesa conocer el cuerpo del que es sombra)muy ingeniosos.

Espero que abandone de vez en cuando su retiro detrás del teclado y nos haga una visita.

Un saludo.

 

Publicar un comentario

<< Home