martes, mayo 30, 2006

Lo que ocurrió

El horror difícilmente puede ser pensado con los modelos que tenemos a mano. El modelo ilustrado no sólo no ha dado resultado sino que por momentos fue un causante más, como aquél que no pudiendo con su enemigo termina uniéndose a él. Hay que buscar otros maestros, los del dolor, los que le han sobrevivido (al menos en sus escritos) y piensan desde él, los Primo Levi, Jean Améry, Walter Benjamin o Theodor Adorno. La teoría de la comunicación de Habermas, aunque elaborada con el último fin de evitar lo que ocurrió, pasa sobre ello, ignora lo que hay detrás. ¿Quién puede comunicarse cuando la propia palabra está llena de mentira y de muerte? Habría primero que limpiarla, ¿y quién es capaz? Por ahora hay que recordar, integrar esa memoria en nosotros, volver a la lucha que contra el lenguaje mantuvo Paul Celan, volver a oír los gritos de los rehenes que estremecieron a Jean Fautrier, volver a asumirnos como sólo carne. Mario Gómez El cuadro es Tête d'otage, pintado por Fautrier en 1944

jueves, mayo 25, 2006

Reflejos de Linz, por Miguel Roa.

En estos días, las fotografías de Miguel Roa han sido incluidas en la pretigiosa página francesa Monsieur Photo. La objetividad de la fotografía le da una potencia de credibilidad ausente de toda obra pictórica. Sean cuales fueren las objeciones de nuestro espíritu crítico nos vemos obligados a creer en la existencia del objeto representado, re-presentado efectivamente, es decir, hecho presente en el tiempo y en el espacio. La fotografía se beneficia con una transfusión de realidad de la cosa a su reproducción. Un dibujo absolutamente fiel podrá quizá darnos más indicaciones acerca del modelo, pero no poseerá jamás, a pesar de nuestro espíritu crítico, el poder irracional de la fotografía que nos obliga a creer en ella. La pintura se convierte así en una técnica inferior en lo que a semejanza se refiere. Tan sólo el objetivo satisface plenamente nuestros deseos inconscientes; en lugar de un calco aproximado nos da el objeto mismo, pero liberado de las contingencias temporales. La imagen puede ser borrosa, estar deformada, descolorida, no tener valor documental; sin embargo, procede siempre por su génesis de la ontología del modelo. (...) La fotografía no crea –como el arte- la eternidad, sino que embalsama el tiempo; se limita a sustraerlo a su propia corrupción.

Ontología de la imagen fotográfica, André Bazin, 1945.

domingo, mayo 21, 2006

Al habla 5guineas

En 5guineas queremos abrir una nueva vía de comunicación incluyendo podcasts de lo que se publica tanto en el blog como en la revista. Nuestra idea es ampliar lo que ya ha aparecido escrito o dar una versión diferente de lo que se ha publicado. Para empezar os dejamos un podcasting de algunas de las microcreaciones de Francisco Herrera. Esperamos que os gusten. Desde ahora 5guineas no sólo se lee, también se hace escuchar. Powered by Castpost Si prefieres bajarte el archivo MP3 (1,3 megas), puedes descargártelo desde aquí.

jueves, mayo 18, 2006

Reflexiones en torno al desorden, el azar y el dolor

El 1 de noviembre de 1755, festividad de Todos los Santos, se producía en Lisboa el terremoto más destructivo y mortal de toda la historia. Según las crónicas, el desastre ocurrió un soleado domingo hacia las nueve y media de la mañana. Todo el que no estaba en alguna iglesia lisboeta celebrando la festividad, se encontraba paseando por las calles o comprando en algún mercado. De improviso, sin ninguna sacudida o temblor previo, un enorme estremecimiento sacudió Lisboa durante cerca de diez minutos, destruyendo casi la totalidad de los edificios y sepultando a gran parte de la población bajo sus escombros. Aquellos que sobrevivieron al terremoto tuvieron que enfrentarse a letales emanaciones que brotaban de las grietas de hasta cinco metros de anchura abiertas por doquier, y al terrible tsunami de veinte metros de altura que barrió toda Lisboa. Cerca de cien mil personas, un tercio de la población, perdió la vida aquel día. La práctica totalidad de los edificios, bibliotecas con ejemplares únicos, obras de arte, quedaron destruido en unos minutos. El seísmo y el tsunami afectaron a toda la costa atlántica. En Cádiz las olas rompieron la muralla, llegando las aguas a arrastrar bloques de piedras de hasta diez toneladas como si fueran placas de corcho. La fuerza del terremoto fue tal que los temblores se sintieron incluso en los lagos de Suiza. Pero los daños, quizás más permanentes, fueron los filosóficos. Los cimientos del racionalismo se fragmentaron aquel día y ya nunca volvieron a ser tan sólidos como antes. La fe en la razón se había perdido. El caos, el sufrimiento injustificado, el irracionalismo cosmológico y la ausencia de sentido metafísico se habían introducido en el siglo de las luces. Las sombras del próximo siglo se avecinaban. El enfrentamiento entre la desesperación del irracionalismo y la esperanza de un sentido racional imposible de alcanzar pero cierto, fue protagonizado por Voltaire y Rousseau. El optimismo racionalista sostenía, según el lema de Pope, Todo está bien. La obra de Dios es perfecta y cada suceso ocupa un lugar preciso dentro de los planes divinos. Habitamos el mejor de los mundos posibles, defiende Leibniz. El desorden, el caos y el azar son inconcebibles en el universo racionalista. Voltaire será el primero en cuestionar, motivado por el desastre de Lisboa, una visión tan inocente y armoniosa del mundo. ¿Cómo podemos sostener que este es el mejor de los mundos posibles cuando miles de víctimas inocentes perecen en una catástrofe natural? ¿Acaso Dios, en su omnipotencia, desea que ocurran semejantes desgracias? Voltaire contrapone al Todo está bien de Pope, una verdad tan antigua y triste como el propio ser humano: Existe el mal sobre la tierra. Y ningún razonamiento filosófico es capaz de justificar este mal ciego y azaroso. Rousseau se esfuerza, a través de la correspondencia con Voltaire, en explicar la existencia del caos y el sufrimiento dentro de la obra divina. Pero la justificación se limita al mal físico y moral –nosotros somos los causantes de ellos-, para el metafísico no hay respuesta alguna. Cualquier mal se encuentra supeditado a la consecución de un bien mayor que, evidentemente, escapa a nuestro limitado entendimiento. El caos, el azar y el dolor se encuentran más allá del dominio de nuestra razón. Quisiéramos un universo en el que no hubiera lugar para la desdicha inútil y sin sentido, donde todo se encontrara sujeto a una razón. Pero, ¿acaso no es inútil el mal? ¿No somos nosotros los que pretendemos calificar como bueno o malo aquello que simplemente es lo que es? José Antonio Neira

domingo, mayo 14, 2006

¿Un acto surrealista?

(Este comentario no tiene relación con el tema del mal. O sólo la tiene tangencialmente) Hace unas semanas leí en el blog de Francisco Herrera una anotación sobre el apaño del último premio Alfaguara de novela y recuerdo que me extrañé de que aún hubiera quien se escandalizara por cosas así. Y hete aquí que llega a mis manos la novela que ha ganado el último premio Biblioteca Breve y me doy cuenta de que mi capacidad de indignación no está del todo agotada. He de decir que si encontráis algo energúmeno el tono de este comentario se debe sólo a que acabo de terminar de leerla; quien haya pasado por tan dura prueba sabrá entenderme. No diré ni su título ni quién la escribió, cada cual tiene el derecho de sacar el mayor provecho de su talento o de su, como en este caso, carencia de talento; sólo diré que en mi triste ranking se sitúa justo por debajo de los otros dos engendros que por el prurito de ser justo a la hora de comentarlos con los amigos hice la tontería de leer: La sombra del viento y El código da Vinci. Me creáis o no, os aseguro que sólo la terminé por la morbosa curiosidad de saber si lo que hasta ese momento había leído podía ser empeorado en las siguientes páginas, e increíblemente siempre lo era. A quien sí quiero nombrar es a los miembros del jurado que perpetró el fallo: Rosa Regás, de la que creo que aún debe ser jurado de muchos Planetas y muchas Bibliotecas Breves para purgar la pena de haber sido editora de Juan Benet, Adolfo García Ortega, Manuel Longares, Pere Gimferrer y Caballero Bonald (que el mismo Dios nos guarde a partir de ahora de sus golpes de pecho). No me atrevo a escribir que la literatura que se publica en España es la menos interesante y arriesgada del mundo porque no conozco lo que se hace en Tailandia o en Rumania, pero tampoco puedo evitar pensarlo. Y el caso es que el número de talentos debe ser estadísticamente el mismo de siempre. O hay que volver a creer en la degeneración de la raza o aquí pasa algo. Culpar de esto a la democratización del gusto o al imperio del mercado no vale (del todo); algunos de los escritores actuales más arriesgados vienen de Estados Unidos, de las mismas entrañas del mercado. Estoy seguro de que se escribe una excelente literatura en España, pero ¿dónde encontrarla? Y ahora que lo pienso, ¿no se habrán propuesto las Regás, los Gimferrer y los Caballero Bonald de turno seguir la vieja consigna surrealista y acabar de una vez por todas con la cultura? Si es así, bueno, entonces la cosa cambia. Mario Gómez

jueves, mayo 11, 2006

Lady Macbeth

Como ya hemos comentado en varias ocasiones, tras la publicación del primer número de la revista, 5guineas propone para el próximo como tema El Mal, en el que esperamos que participes enviando tus colaboraciones antes de la segunda quincena de julio (no tiene que ser forzosamente en torno a este tema). Hasta entonces, nuestro blog ya ha realizado los ejercicios espirituales oportunos para recibir al mal. ---------------------------------------------------------------------------------------------------- Es sorprendente la frecuencia con la que comparamos la obra literaria y cinematográfica que comparten título para hacerlas partícipes de un mismo ranking, cuando es evidente que pertenecen a categorías distintas. Esto no quiere decir que como espectadores no nos veamos defraudados cuando un personaje al que conocemos por la literatura queda reducido a sombra en su versión cinematográfica. Y no digamos si es un clásico. En este caso, además la obra ya tendrá sus adaptaciones y dependerá de la habilidad del director, guionista, montador y actores, el suplantar la reducción que generalmente sufre la literatura en la pantalla. Y, cuando hablamos de cine y literatura, ya saben, toca Shakespeare. Lady Macbeth, no hasta los extremos de Celestina, es de esos personajes contra los que su creador no ha podido hacer nada y ha llegado por sí mismo a convertirse en el principal de la obra. Este privilegio se lo ha otorgado su maldad. La esposa de Macbeth es la culminación del mal como agente desestabilizar de un orden cósmico y social que recorre los dramas de Shakespeare (Bruto y Casio, Ricardo III y Macbeth “mancharon” sus manos de sangre), y que viene de la escolástica y Descartes hasta nosotros a través del cristianismo asociado a todo eso de la culpa, el castigo y el arrepentimiento. A Lady Macbeth la hace diferente el que a ella nunca llega dicho arrepentimiento. Sí el castigo de la locura. En Macbeth de Roman Polanski, 1971, esta encarnación hermética del mal no es creíble en la interpretación de Francesca Annis, que desde la escena del crimen muestra cierta debilidad y sentimientos contradictorios (no en el texto), frente a la frialdad que por entonces tiene el personaje de Shakespeare. Así sucede en la interpretación de Jeanette Nolan en Macbeth de Orson Welles, 1948, y en la de Isuzu Yamada en el papel de Isaji en Trono de sangre de Kurosawa, 1957, aun siendo la menos fiel al texto. Es posible que por entonces Roman Polanski se viera interesado por otros aspectos del mal, aunque creo que debería avergonzarle que su Lady Macbeth tenga el corazón tan blanco. José Luis Bueno.

sábado, mayo 06, 2006

5 guineas, a la calle

Ya tenemos aquí el primer número de 5 guineas. Como anunciamos al abrir este blog, 5 guineas estaría en esta primavera a vuestra disposición y así ha sido. Desde que surgió la primera idea de hacer una publicación de este tipo, a principios de año hasta el día de hoy, muchas cosas han cambiado y muchas otras se han quedado en el camino (o, a lo mejor, en el tintero, para el próximo número). En cualquier caso, muchas gracias a todos los que nos han ayudado a sacar adelante esta simple idea y a los que vendrán detrás. Un abrazo y que lo disfrutéis. La redacción. Para descargar el primer número de 5 guineas en formato PDF sólo tienes que pinchar aquí. Si tienes cualquier problema técnico o quieres hacernos llegar tu opinión sobre la revista, por favor, escríbenos a 5guineas(arroba)gmail.com.

miércoles, mayo 03, 2006

Sputnik, mi amor, de Murakami (contrarreseña)

El tono anodino, los personajes previsibles incluso para ellos mismos (el mismo tono y personajes parecidos, a veces casi idénticos, a los del desconozco por qué tan exitoso Norwegian wood) van transformándose y la historia se hace más compleja. Pasa de ser la de unos jóvenes solitarios a la de un amor, unos amores, tan intensos que descubren la otra parte de la realidad. Hay una frontera, una puerta al más allá (como la china hecha de huesos de muertos y sangre de perro; como la puerta de Rashomon, de la que huyeron los dioses por miedo al hombre) que el amor permite traspasar. Es un relato de vidas solitarias y uno de los efectos que en ellas puede producir el amor: el acceso al más allá. Hay una serie de símbolos muy japoneses (he estado a punto de escribir demasiado japoneses); quizá en el que más se insiste es en el de la luna pálida. Habría que volver a ver la película de Mizoguchi desde esta novela. La luna pálida, y la música, contagia, rapta y te lleva a otra parte, a otro mundo, del que es muy difícil salir. Se accede a un ámbito mágico en donde el tiempo corre de otra manera (Miu en la cabina del tiovivo, la noche de Sonime y la del protagonista). Me he dado cuenta de que lo que he hecho es leer Sputnik, mi amor desde esos dos maravillosos accesos a la verdad que son Rashomon, de Kurosawa, y Cuentos de la luna pálida, de Mizoguchi. Una excusa como otra cualquiera para volver a ellos. Mario Gómez