Las nubes.
Reconstrucción de un fragmento de una comedia de Aristófanes, posiblemente Las nubes II: The Revenge, que estaba escrito por detrás del manuscrito de El Evangelio de Judas recién descubierto. Traducción y notas de Jairo Montero. [Se abre el telón. De pronto, tenemos la certeza de que somos monstruos sin fe ni moral. Entran dos personajes declamando con aire cómico]. Moneo: -¿Te gustaría, oh discípulo, deslomarte acarreando piedras para construir una catedral o perder la vista ilustrando un libro de horas? Lisias: -Sólo si aparece mi nombre, maestro, si puedo demostrar a los demás que yo estuve allí. [Enseña un moderno cartel de película, de esos que incluyen en letras muy pequeñas, ilegibles sin lupa, hasta el nombre del maquillador y del bar donde comían los carpinteros]. Moneo: -¿Qué es la verdad de ser artista frente a la realidad de la obra de arte terminada? Lisias: -¿Y dónde está esa obra? Moneo: -Es ese cubo lleno de pieles de plátano. Se llama “Perfil de márgenes”. Es un artefacto. Yo mismo me comí los plátanos y llené el cubo. También es una declaración de intenciones. Expreso mi incapacidad para comprender la trascendencia del ser humano. Sólo me falta que un número de personas a las que llamamos mundo del arte le confiera el estatus de candidato para la apreciación. Lisias: -¿Y si yo lleno un cubo de pieles de plátano? Moneo: -[Gritando indignado] ¡Falsificador despreciable! Tú, incapaz de hacer una declaración por tus medios, sólo lo aparentas. Yo mismo te denunciaré a esas personas y no te conferirán siquiera el estatus de candidato. Lisias: -¡Oh terrible venganza, deberé entonces opositar! Bueno, ¿y si yo, Lisias, hijo de Antípatro, proclamo que tu cubo no me da frío ni calor? Moneo: -[Con sonrisa de suficiencia] Iluso. No es fundamental mientras que el número de ciudadanos autorizados que piensen lo mismo no sea muy grande. Y ya le han hecho una foto a mi cubo para Babelia. Lisias: -Oh, Moneo, reconozco tu superioridad. ¿Me permitirás ser tu epígono? Moneo: -[Riéndose] ¿Y qué pensabas, bribonzuelo? Ya te he comprado cuatro hermosas chirimoyas para que fabriques tu obra. Y para mí mismo, una resma de papel que llenaré de sentidos poemas. Lisias: -¿Y cómo evitarás, maestro, que muerdan tus versos? Moneo: -Carecen de argumento. Mis versos no significan nada así que nadie puede objetar mi moral ni mis temas. No los escribo de acuerdo a los pies clásicos, así que Critias no podrá decir que suenan como los de un paflagonio. Mi poesía se basa en un mundo personal e íntimo y se muestra profundamente renovadora de la lengua literaria. Podrán no gustar, pero ¿quién será tan osado que los desautorice completamente? Sería como alardear de que su gusto es superior al mío y eso no es algo que deba hacer un ateniense. Lisias: -Oh, ciudadano, dos veces insigne. Deja que me postre a tus pies.