Cuando en ¿Somos reales? utilizo la expresión “deformación hacia lo falso” al referirme a la televisión estaba tan sólo señalando la deformación informativa, pero no me interesaba entrar en ese tema. Lo que sí me interesa de La seducción del caos es una parte de esta película que podríamos considerar casi un remake de Fraude. En ambas se abren grandes interrogantes sobre lo que hay de verdadero y de falso en el arte, en concreto en las falsificaciones de pinturas por Elmyr de Hory, principalmente, las literarias de Clifford Irving y el propio cine de Welles, la propia obra que se está haciendo.
En el blog de Danae se dice que dice Picasso: 'todos sabemos que el Arte no es la verdad. El Arte es una mentira que nos descubre la verdad' , y aunque estoy de acuerdo con la afirmación (Welles también indaga en esa línea) a la vez creo que el arte es una cuestión de verdades. Por dos razones:
1. Por un lado por las pretensiones y los medios del artista (no nos gusta que intenten engañarnos). Muchas veces cuando nos enfrentamos a una obra de arte no sólo decimos si nos ha gustado o no, si nos ha parecido interesante o no, sino que decimos: “no me lo creo”, aunque no sepamos decir por qué. Estoy de acuerdo en que cuando los elementos a juzgar son sencillamente sublimes o sencillamente execrables, nadie muestra la menor duda. Pero si también aceptamos que a medida que nos alejamos de esos extremos, el bagaje que se nos exige para rozar esa verdad es cada vez más pesado, más caótico, parece que el arte, la vida, es ahí donde se mueve y que en ambos hay mucho de mentira y de verdad. En el caso del arte creo que esto es independiente a que se hayan intentado o no romper los cánones. Que ya es un canon. Estoy más en la línea de intentar al menos vislumbrar qué es lo que hay de mentira en la verdad que vivimos, qué es lo que hay de verdad y de mentira en el arte.
2. Y creo por otro lado que el arte tiene mucho que ver con las verdades, porque puede ser que estemos ante lo que comúnmente llamamos una falsificación. Pero si la profesionalidad y la sensibilidad del pintor así como la falsificación son sencillamente sublimes, ¿por qué son desestimadas las obras de arte que durante mucho tiempo han colgado de las galerías como auténticas y han participado del goce estético de tantas personas (además del económico)? ¿Dónde empieza el juicio ético y dónde el estético? Todo esto creo que también nos lleva a interesantes interrogantes sobre el acto creativo. Por ejemplo, ¿no es Elmyr de Hory un creador de la talla de Modigliani? Yo cada vez estoy más convencido de que sí; ¿habría sido capaz de hacer Modiglianis sin Modigliani? Aunque la respuesta sea no ¿por qué se les persigue si sus obras ya han vivido como auténticas, ya han sido autentificadas por galeristas, público y tiempo? ¿hay algo de falsedad en el Falso Cupido de Miguel Ángel?
Cuando la revista Time trata el caso Elmyr, lo hace con un retrato de éste a Clifford Irving en portada. En el monográfico que Nikel Odeon dedica a Orson Welles, Eduardo Úrculo afirma: La portada publica un retrato de Clifford pintado por Elmyr, donde se constata cómo este cuadro auténtico de Elmyr es mucho menos bello y fascinante que los falsos Matisse. Observen,piensen y juzguen ustedes mismos.
En el caso Van Meegeren ya verán hasta dónde llega el absurdo.
Espero que la lectura de Las potencias de lo falso de Gilles Deleuze y El descrédito de las vanguardias artísticas de Victoria Cambalía Dexeus me permitan ir contestando y ampliando tantas interrogantes todavía. En este último comienza diciendo la autora:
Existe una especie de enfermedad crónica entre ciertos historiadores del siglo XX que se agrava hasta un punto feroz en el caso de los críticos: la convicción (casi diríamos la fe) de que nuestro siglo es una sucesión de gloriosos movimientos de vanguardia, en la que todos ellos proponen una ruptura formal "superior" al movimiento precedente, y en la que todos ellos son etiquetados gracias a los documentos de identidad que acaban siendo los manifiestos, las exposiciones de grupo y el eco en la prensa del momento.
Esta concepción hipostasía el rechazo como categoría definitiva y diferencial: rechazo que parece general, para todo el siglo, de la pintura académica del siglo XIX; rechazos particulares que suelen serlo de los movimientos anteriores hasta llegar a explorar una parcela más del hecho artístico. (...). Los vanguardistas se convierten, así, en una suerte de extraños personajes de laboratorio, obsesionados por romper el último trozo aún intacto del último jarrón resquebrajado ya por otros.
¿No es posible que estas opiniones tan erróneas a mi manera de ver por absolutas, puedan ser sustentadas por afirmaciones como la que hace Danae en su artículo? Sólo hay dos soluciones: aceptarlo todo o rechazarlo todo, aunque esta última, hoy día, no se estila mucho.
Por último, aunque como Picasso , Welles da un paso más, ¿son falsificaciones los auténticos Modiglianis? ¿es Fraude una falsificación? ¿es falso el arte?...., yo sin embargo me voy a detener aquí. Ya continuaré.
Saludos y muchas gracias a Danae. Tu blog está siendo una gran motivación y acicate para nosotros. ¡Enhorabuena! En tu enlace hay razón. Mucha razón.
José Luis Bueno.